gAmbito Extra de Navidad


Ella trabajaba de forma eventual para el servicio de correos. Generalmente la llamaban todos los años, sus jefes quedaban satisfechos con su trabajo, y ella aceptaba por no tener nada mejor que hacer y porque le gustaba hacerlo; respondía las cartas de aquellos niños que por Navidad escriben a los Reyes Magos o a Papá Noel. Para alguien profano en el tema, le puede parecer una tontería, pero cada Navidad el servicio de correos recibe cientos de cartas de niños ilusionados pidiendo sus regalos o deseos para el nuevo año. En aquella ciudad, como solución, se contrataba a quince o veinte personas, y todos los días iban a recoger las cartas, que tras leer detenidamente, respondían. Por lo general eran cortas misivas en las que se mantenía un espíritu navideño, a la vez que se intentaba que los chavales no perdieran la ilusión. No se hacía daño a nadie, y los padres agradecían el esfuerzo. Era una tradición navideña más, y en parte por ello, ella acudía siempre que se lo pedían. Esta Navidad había empezado pronto, a mediados de mes, y calculaba que todavía le quedaría una semana más, justo hasta después de Año Nuevo. Ahora estaba respondiendo cartas de los Reyes Magos, cartas de niños egoístas que no se cansaban de pedir y pedir, aunque alguna vez se había encontrado alguna especial que le había hecho llorar. Por suerte eran las menos, no se encontraba con fuerzas para enfrentarse a ellas, y este año no había encontrado ninguna.
Cogió la siguiente, en cuyo remite, una letra de adulto de bella caligrafía había indicado: “Al cartero de Sus Majestades los Reyes Magos”. Pues esa era ella, pensó, y abrió la carta. Desdobló un papel cuidadosamente doblado, quizás más grueso de lo normal, y se dispuso a concentrarse en su lectura.
Tardó en reaccionar más de cinco minutos, cinco minutos observando detenidamente el papel. Definitivamente, era la carta más extraña que jamás hubiera imaginado.

Él
por fin tenía vacaciones. Los niños le habían hecho pasar una semana horrible, porque apenas tenían ganas de hacer nada excepto comentar con el compañero de al lado los juguetes que les iban a pedir tanto a los Reyes Magos como a Papa Noel. Aunque pensó que últimamente el juguete estaba de capa caída, incapaz de competir con los videojuegos y las consolas, aparcado como un trasto viejo de otra generación, quizás la suya.
Había salido de casa después de comer para tomar el café donde siempre, una vieja cafetería en la plaza central de la ciudad, y en su mesa de siempre, vigilando la plaza; esperando que ella volviera a pasar.
Estaba convencido de que había sido el destino el que le hizo descubrirla, una semana antes, caminando deprisa, cruzando la plaza en diagonal hasta perderse por una calle lateral, su melena marrón cubierta por una simpática boina azul, que era lo que le había llamado la atención. Desde aquel día esperaba impaciente que volviera a pasar, y la seguía con la vista, siempre de espaldas, el mismo camino, la misma hora. Él entonces se esforzaba por fijarse lo más posible en ella, y cuando desaparecía, cogía nervioso el carboncillo y se ponía a dibujar. Su silueta la conocía de memoria y aunque no llevaba coleta, en un par de bocetos la había imaginado con ella. Cada día dibujaba allí mismo uno o dos nuevos, hasta que avergonzado por espiar a alguien sin impunidad, recogía su trabajo nervioso, pagaba su café y se alejaba de nuevo a su casa, en busca del refugio de su intimidad.
Sin embargo hacía un par de días que una idea le arrastraba las horas. Quería dibujar su retrato, pero jamás la había vista la cara, su rostro. Repasando todos los bocetos, como mucho en alguno se insinuaba una delicada nariz, labios finos, rasgos afilados, serios; pero faltaba lo más importante, sus ojos.

Azarías
siempre había pensado que la vida le tenía reservado el papel de eterno espectador, viendo como el tiempo pasaba a su alrededor sin reservarle nunca el ser protagonista. Sentado en el viejo café, observando divertido la escena, pensó que de nuevo su historia se repetía, pero ya convencido de que nada podía hacer, pagó el vino y lentamente se dirigió a la puerta. Al llegar a ella, se chocó con el joven, que azorado, retrocedía de la calle andando hacia atrás. Murmuró éste una disculpa cuando se dio cuenta de su torpeza y se apartó para dejarle salir. Fuera el frío y gris día de invierno le hizo abrigarse, pero se dirigió resuelto hacia la plaza, consciente de lo que el destino le indicaba que tenía que hacer.

Ella
ocultó la carta disimuladamente en el bolso, consciente de la grave infracción que cometía, pero dándole igual. Cuando ya en su casa volvió a verla, apenas había recuperado el aliento. Tomó el sobre y le dio mil vueltas, pero solo encontró lo que ya había observado en correos. El remite, y en el lugar del remitente el membrete de un hotel que no era de la ciudad, tachado, y la misma bella caligrafía indicando el nombre de un café de la plaza mayor de la ciudad; a continuación una hora, las cinco en punto. Más o menos la hora a la que ella pasaba a diario, al finalizar el trabajo, regresando a casa.

El
repitió su rutina de siempre, y se dio cuenta de que cada día que pasaba necesitaba más ese momento. Cada día necesitaba más verla, tenerla cerca, aunque fuera al otro lado del cristal y emocionarse con el encuentro. Pero hoy se retrasaba. O bien llegaba tarde, o simplemente no iba a llegar. Desesperado por la tardanza, descubrió que se estaba obsesionando con ella, o algo mucho peor. Su mente imaginaba ya mil historias, cada vez más inverosímiles y descabelladas, cuando finalmente apareció. Iba deprisa, con las solapas del abrigo subidas por el frío y la cabeza baja. Él pensó que incluso resguardándose del frío estaba hermosa, y mentalmente tomó las notas necesarias para su dibujo de hoy.
Entonces, ella se volvió y le miró. O más exactamente, se quedó mirando hacia donde él estaba. Enmudeció. Su mirada era limpia, cristalina, como nunca la hubiera imaginado. Rápidamente tomó el lápiz, de una manera autómata, y bosquejó esos ojos para guardar todos los detalles que pudiera. Ella parecía que posara para él quieta en mitad de la plaza, mirándole fijamente, tanto, que finalmente levantó la vista de la hoja y se quedó mirándola también. Entonces algo se desató en su mente, y una voz interior le hizo levantarse rápido, antes de que el hechizo acabara. Tropezando llegó hasta la puerta, y se lanzó hacia donde estaba ella. Pero entonces se dio cuenta de que no estaba sola. Alguien que iba por delante de él había llegado hasta ella y le saludaba amigablemente. Azorado, avergonzado, ignorado, volvió hasta el café. Se dejó caer en la silla y observó como se alejaba por donde siempre, acompañada por un hombre que nunca sería él. Bajó la vista hacia la mesa, buscando esa mirada que hasta hoy le había negado. Pero no la encontró. El boceto de su mirada había desaparecido. Inútil fue preguntar al camarero, o a los otros clientes. Nadie supo darle una explicación.

Ella
entró nerviosa en el viejo café una media hora antes de las cinco. Había pedido una salida en el trabajo y su jefe no se opuso. Pidió un café y observó a los pocos clientes que había. Un par de ancianos leyendo el periódico, una joven hablando por un móvil con la agenda abierta de par en par y nada más. Y el camarero, que parecía que pronto tendría que jubilarse, no le había prestado más de la debida atención.
Diez minutos antes de la hora, casi segura ya de que alguien había querido gastarle una pesada broma, la puerta se abrió y entró un joven encogido por el frío. En la mano llevaba un viejo maletín de cuero, que dejó en una silla de la mesa junto al ventanal que daba a la plaza. En su cara pudo leer el hastío de quien posee una rutina inacabable de días y noches iguales a la suya.

Él
todavía pensaba que ayer pudo haber sido el día, y que como siempre en el último momento lo había echado todo a perder. Al llegar a casa se había desesperado intentando repetir una mirada que nunca lograría recordar. Abatido y triste había desistido a altas horas de la mañana, y junto con su desesperación se había ido la esperanza de volver a repetir el mágico momento de ayer. Se acercó a la barra y pidió al camarero su café de siempre. Miró el reloj, faltaban apenas unos minutos, pero decidió que todavía podía entretenerse ojeando el periódico. Levantó la vista buscándolo y su mirada se cruzó con la de ella.

Ella
le sonreía. Él, comenzó
también a sonreír .

Nadie se dio cuenta de que al pasar junto a la mesa del joven, Azarías había cogido el boceto de la mirada y con un par de movimientos precisos lo había guardado en el sobre que llevaba en el bolsillo. Ya en la calle se dirigió hacia el centro de la plaza, al buzón que junto al árbol adornado utilizaban los pequeños para depositar sus cartas a los Reyes Magos y escribió lo justo como para que quién quisiera pudiera comprender.
Cuando depositaba la carta sintió un roce tibio en su mejilla. Alzó los ojos y vio que lentamente, comenzaba a nevar. Sonrió y pensó que después de todo la nieve, no era más que agua. Cuando llegó al otro extremo de la plaza, un tenue manto blanco lo cubría todo.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
....ciertamente cuando la idea me vino a la mente, Martini no había creado aún su juego de los ojos.... a veces pienso que igual mi poder de evocación sea más intenso de lo que pienso.... que lo disfruteis....
Anónimo ha dicho que…
Precioso!!! De veras preciosooo, y romántico, mágico.

Lo único que me ha dejado pasmada, es saber que no era santa quien responde mis cartas todos los años..
Unknown ha dicho que…
....que noooo, que esto solo es una ficción.... tu sigue escribiendo y portándote bien y ya verás como te trae todo lo que le pidas.... ;)
Ashavari ha dicho que…
:) Entonces qué hay que poner en el remite a partir de hoy??? Para el señor Humilde??? Lo he leído sentada en el bar al lado de Azarías :)
Unknown ha dicho que…
....tu pídeme lo que quieras.... y saluda a Azarías; desde que me dejó, no se nada de él.... ;)
Azena ha dicho que…
parece que hoy la vida no cree en la soledad...
Unknown ha dicho que…
....yo, al menos, no....
Pow ha dicho que…
Esto sí que es un auténtico cuento de Navidad. ¡Enhorabuena!

Y esa evocación final con el roce tibio incluido ha sido soberbia. Me alegro de que sigas en tus trece, ha sido la mejor manera de entender que un roce de nieve puede ser tibio.

:)
Anónimo ha dicho que…
Es una historia muy linda que confirma lo que siempre he defendido: que los Reyes Magos son realmente mágicos...
Bicos.
Unknown ha dicho que…
....señor Gray, aunque lady Isrhar me de un par de capones, la que viene a continuación suya si que ha despertado mi interés.... ella si que debería llevarse todos los elogios.... (....que pelota soy....) ....lo del roce tibio reconozco que es publicidad en cubierta de mis propios gAmbitos, pero es que no lo puedo evitar.... ;)

....Muralla, lo tuyo si que es verdaderamente un cuento.... yo no puedo más que descubrirme ante tí.... y bienvenida por el mundo de los cambios.... solo puedo decir que espero que sea el comienzo de una larga amistad.... :)
Unknown ha dicho que…
....mierda!.... la t y la r están al lado.... si sabía que no debía tomarme esa última cerveza, que solo estamos a martes.... y es que está siendo una semana muy laaaarga...
Alvaro Bode ha dicho que…
Preciosa historia... muy mágica como la Navidad!!

Un saludo!!
Anónimo ha dicho que…
Preciosa, llena de ternura e ilusión, mágica, como la describen los demás, llena de sentimientos, de soledades compartidas por miradas que huyen.
Hay tanto nivel que va a ser difícil decidirse.
Feliz año nuevo.
Bito ha dicho que…
Esperaba el tuyo con impaciencia, y ahora sé porqué.
Unknown ha dicho que…
....gracias varo, un placer leerte por aquí....

....white, ten por seguro que hay muchas mucho mejor que ésta....

....señor Bito, es un placer no haberle defraudado.... sepa que ponen el listón muy alto, y hay que aplicarse mucho para estar a su altura, pero con maestros como vos, todo se hace más fácil.... saludos a Patán (....creo que le llamó así....) de mi parte.... :)
Pipero ha dicho que…
Interesante historia y el estilo de narración. Me gusta la alternancia ella/él...
Saludos y Buen Año!
Unknown ha dicho que…
....gracias, señor Pipero, buen año para usted también....
Txiki ha dicho que…
Me encata! es Precioso!
Ese chico soñando con ella, ella sin saber, un toque de "magia" navideña...
me gusto mucho como escribes!
un saludo!
Unknown ha dicho que…
....ha sido un placer, Silvi_txiki, vuelve cuando quieras cambiar algo en tu vida, yo estoy abierto a nuevas transacciones.... ;)
Isthar ha dicho que…
Es absolutamente embriagador, tanto que todavía me hacen cosquillitas las emociones...

Esperaba que me gustara, pero no imaginé que me iba a convertir en una sensación dentro de la historia.

Gracias por un cuento tan hermoso.
Unknown ha dicho que…
....me alegra mucho que te guste.... gracias también a tí por prestarme a Azarías.... :)
Anónimo ha dicho que…
Tu cuento está lleno de sutileza, magia y romanticismo... todos los ingredientes que pondría junto a la blanca nieve para una bonita tarde de Navidad. :)

Y a mí que me parece que todavía puedo ver la mirada de ambos... :)

Muy bonito, un beso.
Unknown ha dicho que…
....muchas gracias, vuelve cuando quieras.... :)
El Psiconáufrago ha dicho que…
Felicitaciones por la nominación! Ahora a ver que sucede! Sigue siendo un firme candidato tu cuento... mucha M!!

Mr Hyde
Anónimo ha dicho que…
Es la primera vez que entro aqui y me he encontrado con esta preciosidad de cuento!! mi enhorabuena!!
Tus palabras desprenden esa magia, esa dulzura... precioso!!
Muchos besitos!!
Unknown ha dicho que…
....pues hombre, psiconaufrago, felicidades a tí también....

....gracias, bita, me alegro que te guste....
Anónimo ha dicho que…
Lo bueno que tiene tener un rato para navegar por aquí es encontrar relatos tan estupendos como este.Enhorabuena y gracias por compartirlo.
Un saludo
Unknown ha dicho que…
....muchas gracias por tu comentario, peca.... vuelve cuando quieras cambiar algo.... ;)